sábado, 8 de noviembre de 2014

Más fuego.

 Entonces se dirigió con paso decidido a ese lugar... Aún no sabía exactamente donde era y que pasaba ahí, pero el fuego no se propagaba al bosque si estaba allí. Y lo hizo... Le prendió fuego a las ramas que estaban allí amontonadas meticulosamente formando una hoguera de al menos cinco metros de altura. Ramas muertas que había esparcidas por el bosque. Ninguna planta fue herida para ser abrasada.
 
 Y jugó con el fuego, lo avivó y lo hizo moverse a su antojo, lanzó toda su rabia y su dolor a esa hoguera. Gritó, tan alto que los animales del bosque se asustaron y salieron a ver que le pasaba a Kenthiray. Su grito no fue humano, fue el de un animal herido y apenado, una especie de rugido... Y volvió a hacer crecer las llamas. Sus pupilas titilaban febriles ante ellas. Sentía el poder correrle por las venas, la energía dominar su cuerpo. Entonces llego el Alpha.
 
 —Es suficiente, pequeña. Suelta. —ella se calmó, bajando los brazos y sintiendo como su corazón agitado se agotaba poco a poco... 
 
 La hoguera ardió con normalidad y el Lobo Alpha se quedó con ella. Ambos mirando al fuego. La joven empezó a contarle cosas... Sus sentimientos y anécdotas... Alguna perla calló esa noche... Pero eran perlas con sonrisas recordando la felicidad.

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